sábado, 29 de agosto de 2015

El objetivo.

-Pienso que estaba un poco borracha. Ella no suele beber, créeme. Con una copa ya está contando chistes malos y haciendo el ridículo cuando suena una canción famosa. Si no estaba con el alcohol ya en vena o se había esnifado algo, no me lo explico, de verdad tía. Estaba con nosotros y de pronto, se fue directa hacia el camarero y le dijo que era un hijo de puta. Así, tal cual te lo cuento. Dio un golpe sobre la barra con el vaso ya vacío y lo gritó: "¡ERES UN HIJO DE PUTA!".

>>Sí, sí. No me mires así... Todos se quedaron sorprendidos.  El camarero miraba a todas partes con los ojos como platos. Los que estábamos en la fiesta fingimos que no pasaba nada. Ya sabes, no se ve todos los días a alguien haciendo una locura como esa, pero tampoco queríamos problemas. Por poco no la sacan fuera del local por alborotadora. Claro que después lo comprendí todo. Lo entendí TOOOOODO hermana. Mientras la gente se giraba desentendiéndose, yo seguía observándoles, perpleja. Entonces el camarero miró a los lados y, cuando creyó que nadie le veía, sonrió y le tendió una servilleta con un número escrito a boli. Vaya perra. Esa sí que sabe hacer apuestas.

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