sábado, 22 de junio de 2013

Vivencias que fueron y son.

Cuando era más joven, tenía un blog que poca gente conocía. Normalmente explicaba las cosas que me iban sucediendo. Todos mis sentimientos, tal y como me atravesaban los huesos, están ahí plasmados con más o menos calidad. A lo largo de esta etapa adulta en la que estoy entrando, muchísima gente ha pretendido descalificar algunas de mis vivencias. "Te afectó tanto porque eras pequeña", "cuando te vuelvas a sentir así  te darás cuenta de que no hay que darle tanta importancia". A veces me tengo que morder la lengua cuando lo que quiero intentar es que me escuchen, y que entiendan que cuando ellos tenían 14 años y jugaban con coches yo intentaba descifrar el universo. Me he criado con adultos, crecí rápido. ¡Qué le iba a hacer! Sin embargo, cuando mantengo algunas conversaciones incluso yo dudo de mí misma. Digo: quizás, aunque la gente notara que para la edad que tenía era muy madura, la realidad es que no lo era.

El otro día entré en el blog que había escrito. No tengo palabras. Me encontré a mí misma y hallé una parte de mí que había enterrado. Pese a que en los inicios de las redes sociales tds skribíams assí d guay, muchísimas cosas de las que explicaba en aquellos tiempos las sigo pensando ahora. Los textos más cuidados de ortografía, podría hacerlos pasar por relatos escritos con mi actual experiencia. Parece que me he estancado, y sin embargo sigo creciendo. Por supuesto, no pude evitar una sonrisa triunfal cuando los sentimientos  que plasmé, tan bien redactados, me impactaron hasta dejarme sin aire. Sentí, me apené, me deprimí, lloré, me carcajeé, porque todo lo sentía de una manera tan intensa que me volvía loca. No hay forma de que descalifiquéis mi pasado. Alba adolescente fue tal y como yo recordaba. Una chica normal que pensaba y sentía demasiado.

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